Lillian van den Broeck

poesía, traducciones y algunos dédalos desnortados

Poemas fríos; breve selección de poesía de invierno

 

Jaime Gil de Biedma

Del año malo

Diciembre es esta imagen
de la lluvia cayendo con rumor de tren,
con un olor difuso a carbonilla y campo.
Diciembre es un jardín, es una plaza
hundida en la ciudad,
al final de una noche,
y la visión en fuga de unos soportales.

Y los ojos inmensos
—tizones agrandados—
en la cara morena de una cría
temblando igual que un gorrión mojado.
En la mano sostiene unos zapatos rojos,
elegantes, flamantes como un pájaro exótico.

El cielo es negro y gris
y rosa en sus extremos,
la luz de las farolas un resto amarillento.
Bajo un golpe de lluvia, llorando, yo atravieso,
innoble como un trapo, mojado hasta los cuernos

 

Dorin Popa

La poesía, en diciembre

mucho más agobiante está el mundo en diciembre
el suicidio se pasea por la calle
mucho, mucho más agresivo…

si logro salir de este invierno también
y de esta enfermedad
y de esta muerte,
el próximo verano bien lo sé
que voy a añorar
el mes de diciembre

 

 

Rosario Castellanos

Resplandor del ser

Para la adoración no traje oro.
(Aquí muestro mis manos despojadas)

Para la adoración no traje mirra.
(¿Quién cargaría tanta ciencia amarga?)

Para la adoración traje un grano de incienso:
mi corazón ardiendo en alabanzas

 

 

Gerardo Diego

¿Quién ha entrado en el portal de Belén?

¿Quién ha entrado en el portal,
en el portal de Belén?
¿Quién ha entrado por la puerta?
¿quién ha entrado, quién?

La noche, el frío, la escarcha
y la espada de una estrella.
Un varón -vara florida-
y una doncella.

¿Quién ha entrado en el portal
por el techo abierto y roto?
¿Quién ha entrado que así suena
celeste alboroto?

Una escala de oro y música,
sostenidos y bemoles
y ángeles con panderetas
dorremifasoles.

¿Quién ha entrado en el portal,
en el portal de Belén,
no por la puerta y el techo
ni el aire del aire, quién?

Flor sobre impacto capullo,
rocío sobre la flor

Antonio Colinas

Invierno tardío

No es increíble cuanto ven mis ojos:
nieva sobre el almendro florido,
nieva sobre la nieve.
Este invierno mi ánimo
es como una primavera temprana,
es como un almendro florido
bajo la nieve.

Hay demasiado frío
esta tarde en el mundo.
Pero abro la puerta a mi perro
y con él entra en casa calor,
entra la humanidad.

 Juan Ramón Jiménez

Jesús, el dulce, viene… 

Jesús, el dulce, viene…
Las noches huelen a romero…
¡Oh, qué pureza tiene
la luna en el sendero!

Palacios, catedrales,
tienden la luz de sus cristales
insomnes en la sombra dura y fría…
Mas la celeste melodía
suena fuera…
Celeste primavera
que la nieve, al pasar, blanda, deshace,
y deja atrás eterna calma…

¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma!

 James Wright

Al haber perdido a mis hijos, enfrento el quebranto de la luna: Navidad 1960

Después de la oscuridad

en la frontera de Dakota del Sur

la luna está cazando, por todos lados,

lleva fuego,

y camina por los pasillos

de un diamante.
Detrás de un árbol
se enciende sobre las ruinas

de una ciudad blanca

hielo, hielo.

¿A dónde se han ido?

¿Quién vivió ahí

envuelto bajo alas

y rostros oscuros?

Me enferma

todo eso, y continúo

viviendo solo, solo,

más allá de los graneros carbonizados, de las tumbas ocultas

de los indios chippewas y los noruegos.

Este frío invierno

la luna derrama el fuego inhumano

de joyas

en mis manos.

Riquezas muertas, manos muertas, la luna

se oscurece,

y estoy perdido en las hermosas ruinas blancas

de América.

 

 

John Lennon

Feliz Navidad (La guerra terminó)

Esta es Navidad

¿y qué has hecho?

Otro año que acaba

y uno nuevo por iniciar

Entonces es Navidad

espero que te diviertas

el cercano y el querido

el viejo y el joven

Una muy feliz Navidad

y un año nuevo alegre

Esperemos que sea bueno

sin nada de miedo

Es Navidad

para los débiles y los fuertes

para los ricos y los pobres

El mundo está tan equivocado

una Navidad alegre

para los negros y los blancos

los amarillos y los rojos

Detengamos toda pelea
Sin más temor

la guerra terminó

Si tú quieres

la guerra termina

ahora. . .

 

 

Adam Zagajewski

 

Algunos poemas de diciembre, “Viento de diciembre”

El viento de diciembre mata la esperanza,

pero no permitas que le robe

la neblina azúl al océano

ni la tibieza de una mañana de verano.
Alguien cree que islas

invisibles de luz aún existen

sobre manchas de sol

en un piso de parquet.
El sueño deambula en harapos

Le ruega a las almas

mientras el recuerdo, como Mary Stuart,

se desvanece en la celda de una prisión.

Jorge Teillier

Poema de invierno

El invierno trae caballos blancos que resbalan en la helada.
Han encendido fuego para defender los huertos
de la bruja blanca de la helada.
Entre la blanca humareda se agita el cuidador.
El perro entumecido amenaza desde su caseta al témpano
          flotante de la luna.

          Esta noche al niño se le perdonará que duerma tarde.
          En la casa los padres están de fiesta.
          Pero él abre las ventanas
          para ver a los enmascarados jinetes
          que lo esperan en el bosque
          y sabe que su destino
          será amar el olor humilde de los senderos nocturnos.

El invierno trae aguardiente para el maquinista y el fogonero.
Una estrella perdida tambalea como baliza.
Cantos de soldados ebrios
que vuelven tarde a sus cuarteles.

          En la casa ha empezado la fiesta.
          Pero el niño sabe que la fiesta está en otra parte,
          y mira por la ventana buscando a los desconocidos
          que pasará toda la vida tratando de encontrar.

Emily Dickinson

Cierta luz inclinada

Hay cierta luz inclinada
en las tardes de invierno,
que  oprime como el peso
de los sonidos de una catedral.

Nos hace una celeste herida
No encontramos la cicatriz:
sólo una diferencia interna
donde se encuentran los sentidos.

Nadie puede enseñarle algo,
porque es el sello, la desesperanza:
una aflicción de realeza
que nos envía el aire.

Cuando viene, el paisaje escucha;
las sombras detienen la respiración;
cuando se aleja, es como la distancia
en la mirada de la muerte.

 

Robert Pinsky

El blues de diciembre

En mal tiempo, nada traiciona lo externo,  los crueles hallazgos,
los estudios y registros hospitalarios. Se oyen cánticos navideños.
Sentado erguido en el sistema de tránsito, como mujeres que parecen viudas

Esperan, las manos cruzadas sobre los regazos, tan monumentales como el pan.

En el estacionamiento del centro comercial, las luces acopladas sobre diseños fríos
Se elevan y agitan, condensando el vapor azul
Sobre las estrellas; entre las filas de los autos las personas con abrigos caminan

Llevando paquetes en los brazos o tomando a los niños de la mano
A lo largo de la autopista, donde la ciudad se engruesa por el camino

con tiendas abiertas hasta muy noche y cantores frente a las iglesias
Hasta en los bares el estilo ejecutivo del rostro se aleja.

Atrae el nostálgico declive de los cánticos. En cama

que tan abajo y qué tan quietas se acuestan las personas, algunas despiertas, sostienen los cánticos

conscientes de rescatar la bahía, Oh pequeño pueblito,

se cobijan impacientes.

 

May Sarton

 

Luna de diciembre

Antes de ir a la cama

después de una tormenta de nieve

miro el valle

que resplandece ahí bajo la luz de luna

Tan quieto, inmaculado y blanco

El silencio de la nieve llena mi cabeza

al alejarme de la ventana

Horas más tarde

cerca del amanecer

cuando miro de nuevo

todo el panorama ha cambiado

La perfecta superficie no está

Marcada y rayada

por el paso de las criaturas salvajes

mientras la luna se elevó y lució
¿por qué no ladró mi perro?
¿por qué no escuché nada

ahí sobre el suelo sujeto por la nieve

en la caótica oscuridad?
Cuánto llega, cuánto se aleja

mientras brilla la luna de diciembre,

Qué mundos de juego, jamás lo sabremos

duermen bajo la helada noche blanca

después de que cae la nieve

Ingeborg Bachmann

En las plazas de la ciudad durante la Navidad

En las plazas de la ciudad durante la Navidad

grité, exclamé, que la policía

se había puesto roja y los ojos de la carpa

habían dejado de observer
Noche de paz, noche

santa, cuando el listón se desprende y vuela del árbol

y se queda colgando donde sea,

cuando de las mesas vuelan las migajas,

cuando los regalos comienzan a temblar

porque la falta de amor camina por el mundo,

porque te gruñe, te ladra desde la nieve

y los moños de plata se desgarran y el escarcha decorativa se resquebraja en su plateado,

y la plata y el oro, y la palabra dorada

te llega y te asfixia

porque has sido vendido y traicionado,

y porque eso no te es suficiente

uno se redime una vez muerto

Ted Kooser

 

El fin del año

Hoy las estaciones cierran sus archivos

en cada uno de nosotros; los cajones pesados

llenos de certificados que se vuelven a enrollar

hacia los troncos de árbol, unos cuantos papeles viejos

en rebaño se alejan. Alguien a quien amamos se nos

ha resbaló de nuestro pensamiento,

y ha causado una pequeña salpicadura luminosa,
como bicicleta empujada por la brisa.

Fuera de eso, no ha pasado mucho;

nos enamoramos de nuevo, y encontramos

esa única pluma roja en el viento.

Laura Lush

El primer día del invierno

El primer día del invierno

la tierra despierta ante su propia caricia helada
La nieve no tiene más opción

que caer, un repentino dejar ir

sobre los arbustos gnomos, y los árboles vacíos.

La nieve le regresa la belleza a lo desgastado y mal nutrido,

cae sobre el deseo de muerte de la naturaleza y

de manera deliberada el invierno insiste en nada menos 

que una atención.

En espera toda su vida, la nieve dice, déjame cubrirte.

diciembre 6, 2009 Posted by | Uncategorized | Deja un comentario

Poesía a veinte años del Muro de Berlín

A veinte años de la caída del muro de Berlín, escritores e intelectuales de la entonces República Democrática de Alemania han tenido que redefinir su identidad y reelaborar su pasado al verse despojados y separados de su historia y cultura. Para algunos, la nueva Alemania unificada no constituiría la entidad que emocionalmente les diera un sentido de pertenencia. En este breve muestrario de poesía se observa ese pulso de raíces quebrantadas que algunos poetas manifiestan en su obra a partir de 1990.

Kerstin Hensel (1961)
BAHNHOF VERSTEHEN
Wir werden zurückbleiben wenn schwer
Beladen die Tender
Mit dem Schüttgut der Kriege
Rangieren, zurückbleiben wenn
Erz für die Väter, Koks für die Söhne, die Asche der Enkel
Wagen um Wagen besetzen. Eingleisig
Fährt mit verspiegelten Scheiben der Glücksexpreß
Aus der Welt. Auf verbogenen Zehen
Gehen uns die Tauben an
Um ein Fressen. Mäuse im Schienenbett
Tragen die Meldungen weiter wohin
Soll die Reise gehn Russland
Schafft Durchzug und Polen steht offen, nur wir
Bleiben zurück weil wir nicht wissen Wohin ja wohin Im Fundbüro
Wohnen wir zwischen vergessnen Signalen und hören
Wer sich davonmacht wenn´s pfeift.

Estación Desolación
Nos quedaremos atrás cuando los carros de carbón
sobrecargados
con los escombros de la guerra
se desvíen
Nos quedaremos atrás
cuando carro tras carro
sea abarrotado
de mineral para los padres, carbón para los hijos, cenizas para los nietos
Con sus ventanillas reflejantes
el expreso Alegría
destelle fuera de nuestro mundo.
En los dedos ocultos de los pies nos pinchan las palomas
mientras que los ratones sobre las vías del tren
transmiten el mensaje ¿Hacia dónde va?
Rusia hace estallar un corredor.
Polonia lanza abierta su puerta
Sólo nosotros nos quedamos atrás
parpadeando a la deriva
¿a dónde se irá?
Dónde, sí, dónde, en la oficina de objetos perdidos
nos escondemos entre las señales olvidadas

sin que podamos evitar escuchar quién parte

cada vez que el silbato chilla

Volker Braun (1939)
O CHICAGO! O WIDERSPRUCH!

Brecht, ist Ihnen die Zigarre ausgegangen?
Bei den Erdbeben, die wir hervorriefen
In den auf Sand gebauten Staaten.
Der Sozialismus geht, und Johnny Walker kommt.
Ich kann ihn nicht an den Gedanken festhalten
Die ohnehin ausfallen. Die warmen Straßen
Des Oktober sind die kalten Wege
Der Wirtschaft, Horatio. Ich schreibe den Gum in
die Backe
Es ist gekommen, das nicht Nennenswerte.

¡O Chicago! ¡O Contradicción!
Brecht, ¿dejaste que se te apagara el cigarro?
En el curso de los terremotos que hemos provocado
En los estados que construimos sobre arena.
El socialismo se marcha y aquí viene Johnny Walker.
No me puedo aferrar a esto por su ideología
que de todos modos falla. Las calurosas calles
de octubre son la fría ruta de la economía de mercado, Horacio.

Me coloco la pistola en la mejilla
Ya ha sucedido, esto no es ninguna significativa

Y helo ahí, nada que valga la pena mencionar.

Durs Grünbein (1962)
IN DER PROVINZ 4

(Campania)

Wie der Gekreuzigte lag dieser Frosch
Plattgewalzt auf dem heißen Asphalt
Der Landstraße. Offenen Mauls

Bog sich zum Himmel, von Sonne gedörrt,
Was von fern einer Schuhsohle glich –
Ein Amphibium aus älterer Erdzeit,
Unter die Räder gekommen im Sprung.

Keine Auferstehung als in den Larven
Der Fliegen, die morgen schlüpfen werden.

Durch welche Öffnung entweicht der Traum?

En la provincia 4
(Campaña)
Como crucificada quedó la rana aplanada sobre el asfalto caliente
de la carretera. Con la boca abierta mirando al cielo,

disecada por el sol, la suela de un zapato, como al principio parecía

— un anfibio de otra era atrapado ahora bajo las llantas.
Sin resurrección, salvo por las larvas de las moscas que mañana nacerán.

¿Por cuál de los orificios escurrirá el sueño?

Heinz Czechowski (1935-2009)
Akt

Ich wolte aufgeben, aber Dann kam die Post:
Die Vergangenheit, Der verfluchte
Braunkohlengeruch, der IM “Bredel”, der
Einmal mein Freund War.
Und Plötzlich Habe ich Angst.
Vergangen und Nackt.

Desnudo
Quise rendirme pero después llegó el correo:
El pasado, el maldito olor a combustible,
“Bredel”, el informante no oficial, que alguna vez fue mi amigo.
Y de repente tengo miedo.
Yo, parte del pasado y desnudo.

Sarah Kirsch (1935)

El otro mundo
Soy el buey de siete luchas en el ruinoso estado de me tierra natal.
Un fuerte jabalí fui/soy murmullo de ríos dóciles y libre

Elke Erb (1938)
’Perspektive im Februar’

Mir will nicht in den Kopf
ein in der Zukunft wartendes Elend,
und sei es das einer Minderheit.

Mir geht nicht aus dem Kopf
die vergiftete Natur der Umwelt
und die geschändete der menschlichen Produktivität.

Im Vordergrund meines Interesses taucht ‘der Deutsche’ auf,
eine Begegnung, die mich freut;

er ist zu studieren:
Wie richtet er Schaden an,
wie gedeiht seine Güte,
schmarotzt er?

Perspectiva en febrero

No me entra en la cabeza

La miseria que espera el futuro

aunque fuese la de una minoría

No se me sale de la cabeza

la naturaleza tóxica del medio ambiente
y la productividad humana deshonrada
El foco de mi interés se centra en “los alemanes”,
un descubrimiento que me agrada;

Merece examinarse:
Cómo causan los daños
cómo perfeccionan su bondad,
cómo abusan

Uwe Kolbe (1957)
Ingredienzen der Schlaflosigkeit

Es war diese Mücke, ich hab sie gehört.
Und es war – wuchs da nicht Gras
zwischen zwei Kriegen?
Es war ähnlich dem Grund, weshalb ich die Stadt
zum ersten Mal wirklich verließ.
Und es war, daß die Liebe sich weigerte,
einfach zu sein wie ein Handgriff,
schön wie ein Silbenrätsel,
witzig und unerklärlich, wie die Attacke
der Katze, die anschließend wieder
vornehm gemessen schreitet oder
sich putzt, mit der Zunge die Pfote befeuchtet,
damit übern Hinterkopf streicht,
mit dieser unnachahmlichen Sorgfalt.
Es war, daß der Lärm meiner Stadt
den letzten alten Putz zerrüttet,
das letzte Brandmauern-Graubraun
auf den monströsen Lkw kippt,
der gestern mich fast überrollte.
Es war, daß Reste der alten Gewißheit
einander zersetzten, die neue
privat bleibt, das rasende Herz
– in unseren Breiten kommt so etwas
von übertriebenem Genuß.
Es war, du wachst auf und nuschelst,
mach endlich das Fenster zu.

Ingredientes del insomnio

Fue el mosquito, lo escuché.
Y lo fue -¿Qué ahí no creció pasto
entre las dos guerras?
Fue similar al motivo
por el cual por primera vez dejé definitivamente la ciudad
Fue que el amor se rehusó
a ser solo una muñeca de donde asirse,
tan bello como un adivinanza,
chispeante y misterioso como el asalto de un gato
que luego de atacar continua
a paso lento su elegante andar
y se acicala, se lame la garra,
que luego pasa mojada detrás de la cabeza con inimitable cuidado.
Ha sido el ruido de mi ciudad
que destruyó lo que quedaba del viejo yeso café grisáceo
del muro cortafuegos
y que se encuentra acumulado sobre el monstruoso camión
que ayer casi me atropella.
Fue que los residuos de la certeza del pasado
se pudrieron, y la nueva
es privada, el estridente latir del corazón
-en nuestra parte del mundo esto es resultado del consumo excesivo.

Sucede que despiertas y balbuceas,
¿puedes cerrar la ventana?

Thomas Rosenlöcher (1947)
Die deutsche Seele

Wo die deutsche Seele ist?
Woher soll ich das wissen.
Am ehesten in Kleinzschachwitz.
Am ehesten in mir.
Aber auch ich bin zur Zeit unterwegs.
Endlos kreisend sucht sie sich
Selbst auf den Autobahnen.

El alma alemana

¿Dónde está el alma alemana?
¿Cómo lo puedo saber?
Lo más probable es que esté en Kleinzschachwitz.
Lo más probable es que se encuentre en mí.
Pero actualmente estoy en el camino.
Dando vueltas buscando sin parar
Incluso en las autopistas.

Kurt Drawert (1956)
Was passiert morgen?

Aus den Kronen der Bäume vor meinem Fenster
sinkt langsam das Gold in den See. Der Schwan
ist wieder ein Tier unter anderen Tieren.

Das war vorauszusehen.

Und was passiert morgen?

¿Qué pasa mañana?

Del otro lado de mi ventana

de las copas de los árboles e

l oro se hunde lentamente en el lago

El cisne de nuevo es animal entre los animales.

Esto estaba previsto.

¿Y qué pasa mañana?

noviembre 13, 2009 Posted by | Uncategorized | 1 comentario

Gary Soto

Gary Soto, poeta, novelista y editor,  nació en Fresno, California, en 1952. De padres jornaleros mexicano-estadounidenses,  muy joven trabajó en los campos del Valle de San Joaquín.
Con su primera colección de poemas, The Elements of San Joaquín, obtuvo el premio United States Award of the International Poetry Forum en 1976. Desde entonces, ha publicado numerosos poemarios, como A Simple Plan (Chronicle Books, 2007), One Kind of Faith, (2003), y Junior College (1997).
En 1995, el libro New and Selected Poems  fue finalista del National Book Award. Otros títulos del autor incluyen : Canto Familiar / Familiar Song (1994), Neighborhood Odes (1992); Home Course in Religion (1991); Who Will Know Us? (1990); Black Hair (1985); Where Sparrows Work Hard (1981); The Tale of Sunlight (1978), entre algunos más.  Así mismo,  se le han otorgado las becas del Consejo de las Artes de California, de la Fundación Guggenheim, y del National Endowment for the Arts.

Su poesía es una constante reflexión sobre su vida como chicano y está centrada en la experiencia cotidiana que a veces parece divertida y vertiginosa, y  otras,  dolorosamente fidedigna.

 

 

Una palma roja

 

  Estás en un sueño entre plantas de algodón.

Levantas la hoz, das golpe, y con un jadeo cae la primera maleza. Das otro paso, segas, y el jadeo viene de nuevo,

hasta que tú mismo te encuentras respirando de esa manera con cada paso, jadeo que te seguirá hasta el pueblo.

Eso será horas más tarde. El sol es una ampolla roja
que se hincha sobre la palma de tu mano. Tu espalda es fuerte,
joven, aún no es una silla quebrada
en una escuela abandonada de arañas secas.
El polvo se asienta en tu frente, la tierra
sonríe bajo cada uña.
Segas, pisas, y al final de la primera fila,
compras un pescado majestuoso para la esposa
y tres hijos. Otra fila, otro pescado,
hasta que sea suficiente para seguir por la leche,
pan, carne. Diez horas y las estanterías crujen.
Puedes descansar en el jardín bajo un árbol.
Tus manos se contraen sobre tu regazo,
No se diferencian de los pescados sobre el muelle o en el fondo
de un bote. Bebes té helado. Los minutos se sacuden
como moscas.

Es tarde, ya de noche,
Y las luces de tu casa están encendidas.
Eso cuesta dinero, la luz amarilla
en la cocina. Son treinta pasos,
le dices a tus manos,
que ahora tienen forma de prismáticos.
Podrías elevarlas a tus ojos:
Fuiste un tonto en la escuela, ahora mírate.
Eres un gigante entre las plantas de algodón.
Ahora ves a tu hijo mayor, también por el camino.
Papá, dice, es el momento de comenzar.
Tiras de él a tu regazo
y le preguntas, ¿Cuánto es cuarenta por nueve?
Él lo sabe tan bien como tú, y sonríes.
El viento hace la paz con los árboles,
las estrellas se azotan a sí mismas en la oscuridad.
Te levantas y caminas con el jadeo de las plantas de algodón.
Te duermes con un sol rojo en la palma de tu mano,
La llaga de luz que ves cuando te revuelves por primera vez en la cama.

 

A Red Palm

 

You’re in this dream of cotton plants.
You raise a hoe, swing, and the first weeds
Fall with a sigh. You take another step,
Chop, and the sigh comes again,
Until you yourself are breathing that way
With each step, a sigh that will follow you into town.

That’s hours later. The sun is a red blister
Coming up in your palm. Your back is strong,
Young, not yet the broken chair
In an abandoned school of dry spiders.
Dust settles on your forehead, dirt
Smiles under each fingernail.
You chop, step, and by the end of the first row,
You can buy one splendid fish for wife
And three sons. Another row, another fish,
Until you have enough and move on to milk,
Bread, meat. Ten hours and the cupboards creak.
You can rest in the back yard under a tree.
Your hands twitch on your lap,
Not unlike the fish on a pier or the bottom
Of a boat. You drink iced tea. The minutes jerk
Like flies.

It’s dusk, now night,
And the lights in your home are on.
That costs money, yellow light

In the kitchen. That’s thirty steps,
You say to your hands,
Now shaped into binoculars.
You could raise them to your eyes:
You were a fool in school, now look at you.
You’re a giant among cotton plants.
Now you see your oldest boy, also running.
Papa, he says, it’s time to come in.
You pull him into your lap
And ask, What’s forty times nine?
He knows as well as you, and you smile.
The wind makes peace with the trees,
The stars strike themselves in the dark.
You get up and walk with the sigh of cotton plants.
You go to sleep with a red sun on your palm,
The sore light you see when you first stir in bed

 

Fábrica de Neumáticos Misión,  1969

 Durante todo el almuerzo Pedro no dejó de rascarse la entrepierna,
mientras Jesús hablaba sobre sus tatuajes,
y yo dejaba que las moscas caminaran por mi brazo, quieto,
pensando que no estaba bien, un dólar con sesenta y cinco, la solución de caucho en nuestros pulmones,
El horno al que entrábamos, con los ojos entrecerrados
— porque ese día temprano Manny se cayó
de su máquina, y cuando lo cargamos
hacia el cobertizo (sangre
bajo su camisa, en los pantalones)
Todo lo que pudo hacer, con una ignorancia
superada sólo por el dolor, fue sacar tres dólares
de su cartera, y decir:
«Cómprense unos sándwiches. Ustedes me salvaron la vida.”

Mission Tire Factory, 1969

All through lunch Peter pinched at his crotch,
And Jesús talked about his tattoos,
And I let the flies crawl my arm, undisturbed,
Thinking it was wrong, a buck sixty five,
The wash of rubber in our lungs,
The oven we would enter, squinting
—because earlier in the day Manny fell
From his machine, and when we carried him
To the workshed (blood from
Under his shirt, in his pants)
All he could manage, in an ignorance
Outdone only by pain, was to take three dollars
From his wallet, and say:
«Buy some sandwiches. You guys saved my life.»

 

 Sábado en el Canal

 Tenía la esperanza de que a los diecisiete sería feliz.
La escuela era una aguda paloma en la lista de asistencia,
El sonido de una desagradable tuba que tocaba a mediodía porque nuestro equipo
iba a ganar en la noche. Los maestros se encontraban 
demasiado cerca de la muerte para entender. Los pasillos
apestaban a  bajas calificaciones y  pelo sucio. Así,
un amigo y yo nos quedamos mirando el agua el sábado,
ninguno de los dos hablaba mucho, sólo nos calentábamos
lanzando piedras grandes sobre el suelo polvoriento
y nos embargaba una  horrible sensación porque San Francisco era sólo una postal
en la pared de un dormitorio. Queríamos ir ahí,
pedir aventón bajo la última parvada de aves migratorias
y estar con gente que supiera algo más que tres acordes
en una guitarra. No bebíamos ni fumábamos,
sin embargo, el  pelo nos caía hasta los hombros, salvaje cuando
el viento lo volaba y las sombra de
esta soledad se apoderaba de la tierra suelta. En autobús o en coche,
con el serpenteo del tren sobre un largo puente,
queríamos salir. Los años se congelaron
al estar sentados en la orilla. Nuestros ojos siguieron al agua,
su punta blanca, pero oscura por debajo, que corría fuera de la ciudad.

 
Saturday At The Canal

I was hoping to be happy by seventeen.
School was a sharp check mark in the roll book,
An obnoxious tuba playing at noon because our team
Was going to win at night. The teachers were
Too close to dying to understand. The hallways
Stank of poor grades and unwashed hair. Thus,
A friend and I sat watching the water on Saturday,
Neither of us talking much, just warming ourselves
By hurling large rocks at the dusty ground
And feeling awful because San Francisco was a postcard
On a bedroom wall. We wanted to go there,
Hitchhike under the last migrating birds

And be with people who knew more than three chords
On a guitar. We didn’t drink or smoke,
But our hair was shoulder length, wild when
The wind picked up and the shadows of
This loneliness gripped loose dirt. By bus or car,
By the sway of train over a long bridge,
We wanted to get out. The years froze
As we sat on the bank. Our eyes followed the water,
White-tipped but dark underneath, racing out of town.

 

Buscando por ahí, creyendo

 Qué extraño que podamos empezar en cualquier momento.
Con dos pies bajamos a la calle.
Con una mano deshacemos la rosa.
Con un ojo levantamos el árbol de durazno
Y lo sostenemos en el viento – flores blancas
a nuestros pies. Como ahora. Comencé
en el jardín con mi hija,
con mi esposa hurgando en un geranio de maceta,
y ahora voy caminando por la calle,
asombrado de que el sol sólo está así de alto,
un poco más que la azotea, y un niño
está cantando a través de un periódico enrollado
y un perro salta como una pulga
y por la panadería paso, una palma,
como una estrella de mar que succiona, hace presión
sobre la ventana. Nos ocupamos —
de esta manera, de esa otra, hacemos sombras
donde hubo luz del sol, hacemos palabras
donde sólo había ruido en los árboles.

 

 Looking Around, Believing

How strange that we can begin at any time.

With two feet we get down the street.

With a hand we undo the rose.

With an eye we lift up the peach tree

And hold it up to the wind —  white blossoms

At our feet. Like today. I started

In the yard with my daughter,

With my wife poking at a potted geranium,

And now I am walking down the street,

Amazed that the sun is only so high,

Just over the roof, and a child

Is singing through a rolled newspaper

And a terrier is leaping like a flea

And at the bakery I pass, a palm,

Like a suctioning starfish, is pressed

To the window. We’re keeping busy —

This way, that way, we’re making shadows

Where sunlight was, making words

Where there was only noise in the trees.

 

 ¿Quién nos reconocerá? 

para Jaroslav Seifert

 Es frío, amargo como un centavo.
Estoy en un tren, meciéndome hacia el cementerio,
para visitar a los muertos que ahora
respiran a través de la hierba, a través de mí,
a través de familiares que vendrán
a preguntar, ¿Dónde estás?
Frío. El tren con su carga
de carbón helado, el conductor
con los botones sueltos, como cabezas de santos crucificados,
su loca perforadora que le muerde los ceros a los boletos.

La ventana  mira hacia sus tejas de nieve vieja.
Vacas. La valla de púas penetra en el color blanco.
Granjas oscuras, un vagón,
con un caballo temblando.
Este es mi país, blanco, sin palabras,
Casa de silencio, caballo que no se mueve
para  crear una nueva sombra. Postes de la cerca  
que son personas, vacas moteadas la maquinaria
que alimenta a los funcionarios. No tengo nada
bueno qué decir. Amo Paris
y escribo, «¡Que viva París!»
Me encanta Atenas y escribo,
«El gran libro todavía está en su regazo.»
Los murciélagos me intrigan,

la vena rosa en una lila.
He deseado abrir un paraguas
bajo la lluvia inglesa, fumar
y no delatarme,
Beber y llamar a un amigo que está del otro lado de la habitación,
golpear con los pies el suelo por la más pequeña broma.
Pero este es mi país.
Camino mucho, duermo.
Como en mi habitación, leo en mi habitación,
e invento mujeres  en mi cabeza —
Nostalgia, el encendedor de cigarros de antes de la guerra,
belleza,  lágrimas que fluyen hacia adentro para alimentar las raíces.

El tren. Rojo de carbón del mal.
Somos sus pasajeros, tanto los viejos como los jóvenes.
¿Quién nos reconocerá cuando respiremos a través de la hierba?

 

Who Will Know Us

For Jaroslav Seifert

 It is cold, bitter as a penny.

I’m on a train, rocking toward the cemetery

To visit the dead who now

Breathe through the grass, through me,

Through relatives who will come

And ask, Where are you?

Cold. The train with its cargo

Of icy coal, the conductor

With his loose buttons like heads of crucified saints,

His mad puncher biting zeros through tickets.

 

The window that looks onto its slate of old snow.

Cows. The barbed fences throat-deep in white.

Farm houses dark, one wagon

With a shivering horse.

This is my country, white with no words,

House of silence, horse that won’t budge

To cast a new shadow. Fence posts

That are the people, spotted cows the machinery

That feed Officials. I have nothing

Good to say. I love Paris

And write, «Long Live Paris!»

I love Athens and write,

«The great book is still in her lap.»

Bats have intrigued me,

 

The pink vein in a lilac.

I’ve longed to open an umbrella

In an English rain, smoke

And not give myself away,

Drink and call a friend across the room,

Stomp my feet at the smallest joke.

But this is my country.

I walk a lot, sleep.

I eat in my room, read in my room,

And make up women in my head —

Nostalgia, the cigarette lighter from before the war,

Beauty, tears that flow inward to feed its roots.

 

The train. Red coal of evil.

We are its passengers, the old and young alike.

Who will know us when we breathe through the grass?

octubre 17, 2009 Posted by | TRADUCCIÓN POESÍA | , , , | Deja un comentario

Muere el poeta W.D. Snodgrass

W.D. Snodgrass (1926-2009)

Oriundo de Wilkinsburg, Pennsylvania, William DeWitt Snodgrass muere en su casa en Madison County, Nueva York después de una lucha perseverante contra el cáncer pulmonar. La poesía de Snodgrass consigue, a través de la experiencia cotidiana, la veracidad y un tono confesional, una sincera intimidad de vasta luminosidad.

Una casa bajo llave

Al conducir de regreso y cruzar la colina,
la casa todavía
entre los árboles, siempre pensaba—
temor del tonto—que podía haberse prendido
en fuego, que alguien pudo haber entrado a robar.
Como si las cosas aquí
fueron demasiado buenas. A pesar de esto, siempre la encontramos
bien cerrada, sana y salva.

Alguna vez mencioné eso, bromeando:
Sin duda hablábamos
de lo absurdo
que era sentir el riguroso celo de dios
por nuestra buena fortuna. Desde la granja
contigua, nuestros vecinos no veían llegar daño
alguno hacia las cosas que aquí cuidábamos.
¿qué tanto temíamos?

Tal vez si hubiera pensado: todas
esas cosas se pudren, caen—
graneros, casas, muebles.
nosotros dos somos más fuertes juntos
que separados; hemos crecido juntos. Todo lo que tenemos
puede quemarse; sabemos lo que es valioso—pero qué
idea. No dijimos nada.

La casa aún está de pie, bajo llave, como se mantuvo
intacta durante dos años
enteros después de que te fuiste.
Algunas cosas se escabulleron. Algo quedó
para que yo regrese a veces. El robo
y el vandalismo lo hicimos nosotros.
Debimos suponerlo.

Recuerdos, 1

Al ordenar cartas y montones de pasados
cheques cancelados, viejos recortes y tarjetas amarillentas
que alguna vez significaron algo, casualmente encontré
tu foto. Esa foto. Ahí me detuve helado,
como un hombre que barre las hojas muertas de su jardín
y encuentra una mano seccionada.

Sin embargo, en ese primer momento, me alegré: Estás
tal como eras—tímida, delicada, esbelta,
en ese vestido largo de encaje verde y margaritas
que llevaste a nuestro primer baile. Tu presencia
nos dejó boquiabiertos a todos. Bueno, entonces nuestros anhelos eran otros
y nuestros ideales llegaban con facilidad.

Fue cuando, durante la guerra y esos dos largos años,
en ultramar los japoneses muertos en sus chozas
entre platos, muñecas y zapatos perdidos –llevaba
esa imagen tuya, ahí, para ahogarme el miedo,
probar que había sido, y que podía regresar.
Eso fue antes de casarnos.

Antes de que cada uno
agotara la energía del otro
con mentiras, abnegación, mudo lamento
y ojos afectados que acusan; antes del divorcio
y la traición. Dilo: antes de conocernos.
Vuelvo a guardar tu foto, a pesar de todo. Algún día, a su debido tiempo,
encontraré que aún está ahí.

Traducción : Lillian van den Broeck

W.D. Snodgrass

enero 14, 2009 Posted by | W.D. Snodgrass | , , , , | Deja un comentario

«El buen canario» tiene un estupendo trabajo, desde su traducción realizada por Lillian van den Broeck y la adaptación de Lulu y Michel Sadler, quien acompañada de un gran manejo audiovisual ha dejado una grata impresión.

MÉXICO (Notimex).— Con una ovación de pie y silbidos de euforia, el público que asistió al estreno de «El gran canario» recompensó el esfuerzo del elenco de la obra encabezada por Diego Luna, Daniel Giménez Cacho, Bruno Bichir, Irene Azuela, Jorge Zárate y Yuriria del Valle, bajo la dirección de John Malkovich…  …Durante dos horas aproximadamente, la obra dividida en dos actos, con un intermedio de 15 minutos, mantiene al público en sus butacas observando un relato de amor y desamor, crudo, en el que el destino parece encapricharse a que las vidas de «Peter Parker» (Luna) y «Annie» (Azuela) jamás se unan y puedan disfrutar de la felicidad.

«Parker» es aparentemente un incipiente escritor de novelas, con un futuro promisorio; sin embargo, el hecho de estar casado y tremendamente enamorado de «Annie» es su mayor problema, pues ella, una joven adicta a las anfetaminas que se pasa todos los días limpiando la casa, comprando y consumiendo cantidades industriales de esos medicamentos, lo complica todo.

Ella parece no poder contener su adicción y día a día su estado de salud se debilita y embrutece, hasta ha dejado de comer, lo que le provoca un desequilibrio emocional, pues se la pasa vomitando.

Un día el destino parece abrirle las puertas de la fama y la fortuna a «Parker», pues su reciente libro es elogiado por la crítica, entre ellas la del respetado «Andrew Mulholland» (Bruno Bichir), quien colabora para un prestigiado diario.

Sin embargo, el autor debe lidiar con las locuras de «Charlie» (Giménez Cacho), su gran amigo, pero también un escritor de poca monta, aunque muy hábil para las relaciones públicas, quien le consigue una cita con el reconocido editor «Stuart Herskowitz», quien lo quiere conocer.

A pesar de la advertencia de «Charlie», de que no lleve a su esposa a la cita, dado que en la última fiesta, embrutecida por el alcohol y las anfetaminas, le arrojó el vaso a uno de los invitados, echando a perder la fiesta.

El joven escritor, presionado por «Annie», a quien parece jamás poder decir que no, acude acompañado de ella a la reunión. De nueva cuenta las drogas la hacen perder el control y todo se va por la borda.

Los intentos de «Parker» por ayudar a su esposa a controlar su adicción no fructifican, ni siquiera el pretender sobornar a «Jeff» (Martin Altomaro) para que deje de surtirle las anfetaminas a su esposa.

Finalmente «Parker», a punto de enloquecer, comete una indiscreción que le complicará todavía más la existencia.

«Charlie», emocionado por la posibilidad de obtener por primera vez grandes sumas de dinero para solucionar su mediocre situación, compromete a «Parker» con «Stuart», diciéndole que escribirá un libro todavía mejor.

«Annie», sumida ya en el vacío de su adicción, sigue cometiendo una serie de locuras que desencadenan una tragedia que arrastrará la vida de todos los personajes.

Durante el desarrollo de la obra, con un lenguaje fuerte, abierto y directo, en el que términos como violación, drogadicción, sexo y sodomía parecen ser parte esencial de la trama, llevarán al espectador a reflexionar sobre esta puesta en escena, que en su primera noche atrapó a los espectadores, entre prensa, invitados especiales y público.

Zach Helms, un dramaturgo egresado de la escuela de teatro de la Universidad de De Paul, en Estados Unidos, que cuenta entre sus obras «Last chance for a slow dance» y «El gran canario», estrenada mundialmente en París, en 2007, y dirigida también por Malkovich, será una de las mejores puestas escénicas de este año en este país.

«El buen canario» tiene un estupendo trabajo, desde su traducción realizada por Lillian van den Broeck y la adaptación de Lulu y Michel Sadler, quien acompañada de un gran manejo audiovisual ha dejado una grata impresión.

Al final, Diego Luna agradeció públicamente a sus compañeros y al público, así como a su amigo John Malkovich por haberles dado este gran regalo de elegir México para escenificar aquí la obra que es producida por Mr. Mudd, Canana y Retrolab.

La puesta en escena escrita por Zach Helm estará 10 semanas en el Teatro de los Insurgentes de laimg_00233 Ciudad de México y probablemente recorra algunas ciudades importantes del país.

img_00222

John Malkovich y Lillian van den Broeck
John Malkovich y Lillian van den Broeck

Ovacionan de pie a elenco de »El gran canario»

noviembre 30, 2008 Posted by | El buen canario Traducción, FECHAS, TRADUCCIÓN POESÍA, Uncategorized | , , , , , , , , | Deja un comentario

En México lindo tiraban a dar (Joaquín Sabina)

El mundo tenía que transformarse y en el 68 de México, el movimiento estudiantil también demandaba pacíficamente cambios políticos y sociales. Todo culminó en matanza  y opresión, no obstante quedaron expuestas las  descomunales faltas y fallas del sistema político de un régimen autoritario enfermo.

Esta breve selección de poesía expone algunos poemas y letras de canciones que se escribieron durante o a raíz de los sucesos ocurridos en  el mundo en 1968,  año  cardinal que vertiginosamente generó los cambios más trascendentales  de finales  del siglo XX.

 

Nota y selección: Lillian van den Broeck

 

Thelma Nava

Tlatelolco 68

Es preciso decirlo todo
porque la lluvia pertinaz y el tiempo de los niños
sobre los verdes prados nuevamente
podrían lograr que alguien olvide.
Nosotros no
los padres de los otros tampoco y los hijos y hermanos
que puedan contarnos las historias
y reconstruyan los nombres y vidas de sus muertos
tampoco.

II

Tlatelolco es una pequeña ciudad aterrada
que busca el nombre de sus muertos.
Los sobrevivientes no terminan de iniciar el éxodo.
Pequeña ciudad fantasma, húmeda y triste
a punto de derrumbarse si alguien se atreviera
a tocarla nuevamente.

Nada perdonaremos.
Rechazamos todo intento de justificación.

III

Miro pasar las ambulancias una tras otra
mientras aquí en mi auto
un anciano que sangra y no comprende nada
está en mis manos.

IV

Que no se olvide nada
aunque pinten de nuevo los muros
y laven una y otra vez
todas las piedras
y sean arrasados los prados
incendiados con pólvora
para borrar definitivamente
cualquier huella.

V

Ellos ignoran que los muertos crecen
que han echado raíces sobre las ruinas
aunque los hayan desaparecido
para que nadie verifique cifras.

VI

Todo ha sido invadido por la sangre.
Aún vuelan partículas por el aire que recuerda.
Es de esperarse nuevamente su visita.

Los asesinos siempre regresan al lugar del crimen.

 

Joaquín Sabina

1968

Aquel año mayo duró doce meses
tú y yo acabábamos de nacer
y un señor muy serio moría del disgusto
en la primera página del ABC
los claveles mordían a los magistrados
París era un barrio con acordeón
Marx prohibió a sus hijos que llegaran tarde
a la dulce hoguera de la insurrección
la poesía salió a la calle
reconocimos nuestros rostros
supimos que todo es posible
en 1968
Jean Paul Sartre y Dylan cantaban a dúo
jugaban al corro Lenin y Rambo
los relojes marcaban 40 de fiebre
se hablaba de sexo en la empresa Renault
dos y dos ya nunca más sumaron 4
sufrió mal de amores hasta de Gaulle
en medio de Praga crecían amapolas
como un reto rojo al gris hormigón
la poesía salió a la calle
reconocimos nuestros rostros
supimos que todo es posible
en 1968
Pero no pudimos reinventar la historia
mascaba la muerte chicle en el Vietnam
pisaban los tanques las flores de Praga
En México lindo tiraban a dar
mientras  Che cavaba su tumba en Bolivia
cantaba Massiel en Eurovisión
y mi padre llegaba puntual al trabajo
con el cuello blanco y el traje marrón
si ahora encuentro aquel amigo
leo en el fondo de sus ojos
que ya se secaron las flores
de 1968.
Los cuadros hicieron huelga en los museos
París era rojo, San Francisco azul
un vagabundo fue elegido alcalde
y la Sorbona estaba en Katmandú
sobreviva imbécil! es el rock o la muerte
beba coca-cola, cante esta canción
que la primavera va ha durar muy poco
que mañana es lunes y anoche llovió.
si ahora encuentro aquel amigo
leo en el fondo de sus ojos
que ya se secaron las flores
de 1968.

 

VIETNAM
Wislawa Szymborska


Mujer, ¿cómo te llamas? -No sé.
¿Cuándo naciste, de dónde eres? -No sé.
¿Por qué cavaste esta madriguera? -No sé.
¿Desde cuándo te escondes? -No sé.
¿Por qué me mordiste el dedo cordial? -No sé.
¿Sabes que no te vamos a hacer nada? -No sé.
¿A favor de quién estás? -No sé.
Estamos en guerra, tienes que elegir. -No sé.
¿Existe todavía tu aldea? -No sé.
¿Éstos son tus hijos? -Sí.

 

 

José Manuel Pintado

Segunda relación de la toma de la plaza

Ahora la plaza está llena de voces. Las consignas

chocan contra los muros como un océano temeroso

de su furia. Hay ojos de cólera en el aire. Varios hombres con un guante en la mano tomaron las salidas con disimulo. Todo se lo lleva una resaca de ruidos confusos. Se dio la señal y tendieron al más joven de los nuestros sobre un bloque de piedra.

No pudimos hacer nada porque dieron orden de embestida:

Que fuese de carrera y que cayese el que

cayese y viniese el que viniese hasta que la plaza

fue rendida. Uno de ellos le abre el pecho, introduce

la mano en la herida y arranca el corazón que muestra en alto. Desde el aire siguieron disparando

y después saquearon valiéndose de artillería cuando

tembló Talatelolco. Esto es lo que aquí ha

pasado, y como persona que soy doy fe como

quien fue preso y torturado, y en la embestida me

llevaron maniatado por delante, y vi en este tiempo

la disposición de todo lo que sucedió.

 

Lourdes Casal

Poema Columbia. Sorbona. (primavera 1968)

Seamos soberbios,
insolentes
¡ahora!

Seamos impacientes
intransigentes,
intolerantes,
¡ahora!

En estos días
en que aun podemos
lanzarnos
hacia el futuro
sin pesados lastres en los tobillos
sin vientres demasiado abombados,
o la pátina de oro sobre las pestañas,
pues sólo el que no respeta la realidad
puede cambiarla.

La realidad es como un vieja prostituta,
a la hay que conocer y pagar su
precio
pero tenerla por lo que es,
y desecharla cuando llegue el momento,
o reconstruirla y hacerla
princesa con la imaginación
y hasta quizás ¡milagro!, hacerla princesa de veras.

Este es el tiempo de ser osados.
Después de cierta edad,
todo se vuelve pornográfico

 

Bob Dylan

All Along The Watchtower

 

Tiene que haber una forma de salir de aquí, le dijo el bufón al ladrón
Hay demasiada confusión y no consigo tranquilizarme
Los ejecutivos se beben mi vino, los labradores cavan mis tierras
Ninguno de ellos sabe,  ni por asomo, para qué sirve nada de eso

 

No hay razón para excitarse, exclamó amablemente el ladrón
Hay muchos aquí entre nosotros que piensan que la vida es sólo una broma
Pero tú y yo hemos pasado por eso y este no es nuestro destino,
así que no hablemos en falso porque se está haciendo tarde

 

A lo largo de la torre de vigilancia los príncipes observan
Mientras las mujeres van y vienen, y las sirvientas descalzas también
Afuera a la distancia un gato salvaje rugió
Dos jinetes se aproximaban, el viento comenzó a aullar

 CONCERTATO

 Guillermo Carnero

 Qué míseras las voces. Llamean, imploran, gimen,
se desatan en llanto. En la espesura surte
una liviana flauta, tímidamente vibra, y resonante
asciende y vigorosa turba
los reinos de la sombra.

Vibración de la música
derrumba las altísimas vidrieras. Qué deseo
para que brote el arpa, fluya el clave continuo,
irrumpa a contratiempo la vida.
En las noches de estío
qué míseras las voces.

Jaime Sabines

Tlatelolco 68

(fragmento)

1


Nadie sabe el número exacto de los muertos,
ni siquiera los asesinos,
ni siquiera el criminal.
(Ciertamente, ya llegó a la historia
este hombre pequeño por todas partes,
incapaz de todo menos del rencor.)

 

Tlatelolco será mencionado en los años que vienen
como hoy hablamos de Río Blanco y Cananea,
pero esto fue peor,
aquí han matado al pueblo;
no eran obreros parapetados en la huelga,
eran mujeres y niños, estudiantes,
jovencitos de quince años,
una muchacha que iba al cine,
una criatura en el vientre de su madre,
todos barridos, certeramente acribillados
por la metralla del Orden y Justicia Social.

 

A los tres días, el ejército era la víctima de los desalmados,
y el pueblo se aprestaba jubiloso
a celebrar las Olimpiadas, que darían gloria a México.
2
El crimen está allí,
cubierto de hojas de periódicos,
con televisores, con radios, con banderas olímpicas.
El aire denso, inmóvil,
el terror, la ignominia.
alrededor las voces, el tránsito, la vida.
Y el crimen está allí.
3
Habría que lavar no sólo el piso; la memoria.
Habría que quitarles los ojos a los que vimos,
asesinar también a los deudos,
que nadie llore, que no haya más testigos.
Pero la sangre echa raíces
y crece como un árbol en el tiempo.
La sangre en el cemento, en las paredes,
en una enredadera: nos salpica,
nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza.
La bocas de los muertos nos escupen
una perpetua sangre quieta.
 
 

 

 

 

 

 

octubre 3, 2008 Posted by | FECHAS | Deja un comentario

Voces de la Segunda Guerra Mundial

El  inicio de  la segunda guerra mundial le dio fin a un significativo período de exuberancia intelectual y creativa. Los individuos se dispersaron, la escasez del papel mermó la producción de revistas y libros, y el poema y el cuento se convirtieron en la manifestación literaria por excelencia. Esta pequeña selección se centra en la importancia de la poesía y narrativa generada durante y poco después de la guerra. No posee un orden determinado y fue escogida un poco al azar. Se trata de varias voces que hoy llegan para recordar e insinuarnos la fragilidad de todo presente.

nota y selección: Lillian van den Broeck

 

Heinrich Böll  

Alemania: (1917-1985)

 

Aquellos días en Odessa (fragmento)

» Eran sólo las cuatro, y no podríamos dormir a causa de los piojos y de las canciones, y también porque temíamos y al mismo tiempo esperábamos que a la mañana siguiente haría buen tiempo para volar y nos llevarían en los aviones a Crimea, donde seguramente moriríamos.
No queríamos morir, no queríamos ir a Crimea, pero tampoco nos gustaba pasarnos todo el santo día tirados en aquel cuartel sucio y negro que olía a café de malta, donde siempre descargaban panes destinados al frente y donde siempre había un contador con abrigo de pieles, abrigo sin duda destinado al frente, que vigilaba y contaba los panes para que no desapareciese ninguno. En realidad, no sé lo que queríamos. Avanzábamos lentamente por aquella callejuela del suburbio, oscura y llena de hoyos. Entre las casitas, donde no se veía una sola luz, la noche estaba cercada por unas cuantas estacas de madera podrida, y más allá, en algún lugar, debía de haber páramos, tierras baldías, como en nuestro país, donde siempre dicen que se va a construir una carretera y abren zanjas y van de aquí para allá con varas de medir, y después no se habla más de la carretera y echan en las zanjas escombros, cenizas y basura, y vuelve a crecer la hierba, mala hierba áspera, indómita y exuberante, hasta que el letrero «Prohibido tirar escombros» queda cubierto por los escombros.
«

 

Paul Celan

(Rumania, 1920-1970)

 

Fuga de la muerte

 

Negra leche del alba la bebemos al atardecer
la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus 
mastines
silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra
ordena tocad para la danza

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire no
se yace estrechamente en él
Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonad
empuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azules
cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la
danza

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer
bebemos y bebemos
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro
venido de Alemania
grita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como
humo en el aire
y tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de 
Alemania
te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azules
te hiere con una bala de plomo con precisión te hiere
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
azuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido
de Alemania
tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita

 

 

Bertold Brecht

(Alemania, 1898-1956)

 

El Führer os dirá: La guerra
dura cuatro semanas. Cuando llegue el otoño
estaréis de vuelta. Pero
vendrá el otoño y pasará,
vendrá de nuevo y pasará muchas veces, y vosotros
no estaréis de vuelta.
El pintor de brocha gorda os dirá: las máquinas
lo harán todo por vosotros. Sólo unos pocos
tendrán que morir. Pero
moriréis a cientos de miles, nunca
se habrá visto morir a tantos hombres.
Cuando me digan que estáis en el Cabo Norte,
y en Italia, y en el Transvaal, sabré
dónde encontrar un día vuestras tumbas.

Versión de Jesús López Pacheco

 

 

Wolfgang Borchert (Alemania, 1921-1947)

 

La luna miente

(Moabit)

La luna pinta un dibujo grotesco en el muro.

¿Grotesco? Un cuadrado claro, algo torcido,

trazado con un montón

de oscuras y delgadas líneas.

¿Una red de pescar? ¿Una tela de araña?

¡Pero, ay!, mis pestañas tiemblan

si levanto los ojos hacia la ventana:

¡Está enrejada!

Tuvia Rübner  (Eslovaquia, 1924)

Memoria

 

En el cuarto oscuro, el corazón
revela
un mundo lleno de colores.
Otra vez la espera sin sosiego.

Entre las vías del tren se alza la hierba; tierna,
clara, ignorante, mueve
alas pequeñas como para volar, se desliza
en todas las grietas, súbitamente gris.

Milésima de segundo: un hombre en el aire
(ventana de la casa que se derrumba, resplandor de llamas)
como un pájaro, ebrio, oscuro. Y el gentío
abajo en la calle, la sangre fluye en todos los colores.

Luego una muchacha, envuelta en su pelo como en fuego
ante el fondo de un cielo teñido de huesos.
Ella está allí, como atrapada en el vidrio.
¡Ven, levedad, nube, levántate, sal de ahí!

Luego todos los que apenas se distinguen
del viento. Manchas de color
que palidecen, se evaporan, un cuello inclinado,
una mano despidiéndose en el aire.

Cielos de humo violeta, después amarillo
se disgregan. Los amantes
vuelan, mariposas de ceniza.

Luego el film está limpio.
¿Sucedió lo que sucedió?
¿Sucede todavía?

versión de Ana María Cartolano.

 

 

Imre Kertesz

  (Hungría, 1929-)

 

Sin destino

(fragmento)

» Cuando salía para la escuela, también mi madrastra se sinceró conmigo. Estábamos a solas, en la entrada de casa y me dijo que en aquel día tan triste para todos nosotros esperaba «contar con un comportamiento adecuado» por mi parte. No sabía qué responderle, así pues no dije nada. Quizá haya interpretado mal mi silencio, porque continuó diciéndome que no había querido herir mi sensibilidad y que sabía que su advertencia era, en realidad, innecesaria. Estaba segura de que yo, un muchacho de quince años, era perfectamente capaz de calibrar la «gravedad del golpe que habíamos recibido»; ésas fueron sus palabras. Asentí con la cabeza y vi que con eso le bastaba. Entonces, hizo un gesto con la mano, y temí que fuera a abrazarme. No lo hizo, se limitó a soltar un largo y profundo suspiro entrecortado. Me di cuenta de que sus ojos se ponían húmedos; me sentí incómodo. Después, me dejó ir. Fui andando desde la escuela hasta el almacén. Era una mañana limpia y tibia para ser el principio de la primavera. Hubiera podido desabrochar mi abrigo, pero desistí: la ligera brisa podía haber hecho que las solapas hubieran ocultado de manera antirreglamentaria mi estrella amarilla. »

Erich Kästner

(Alemania, 1889 -1974)

 

La otra posibilidad

Si hubiéramos ganado la guerra,
con rumor de olas y rugido de tormenta,
Alemania ya no se podría salvar,
y se parecería a un manicomio.

Se nos domesticaría con notas musicales
como a una tribu salvaje.
Al llegar los sargentos, saltaríamos
de la acera y nos cuadraríamos.

Si hubiéramos ganado la guerra
seríamos un estado orgulloso.
Y hasta en la cama apretaríamos
las manos contra la costura del pantalón.

Las mujeres deberían parir niños
Un niño al año. O a la cárcel.
El estado necesita niños como conservas.
Y la sangre les sabe a zumo de frambuesa.

Si hubiéramos ganado la guerra,
el cielo sería nacional.
Los curas llevarían charreteras
y Dios sería general alemán.

La frontera sería una trinchera.
La luna sería el botón de un soldado raso.
Tendríamos un emperador
y un casco en vez de cabeza.

Si hubiéramos ganado la guerra,
todos seríamos soldados.
Un pueblo de cretinos y afustes.
¡Y por todas partes alambradas!

Se nacería siguiendo órdenes.
Porque los hombres son bastante baratos.
Y porque sólo con cañones
no se ganan las guerras.

La razón estaría encadenada.
Y la llevarían a todas horas ante los jueces.
Y habría guerras como operetas.
Si hubiéramos ganado la guerra –
¡afortunadamente no la hemos ganado!

octubre 2, 2008 Posted by | FECHAS | | Deja un comentario

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junio 19, 2008 Posted by | El buen canario Traducción | 1 comentario